Desprestigios a dirigentes y Fake News, la nueva forma de destruir a los gremios

Estimado/as Afiliado/as

ASÍ SE DESTRUYE A UN SINDICATO:

Días pasados, un afiliado perteneciente a una Delegación publicó mensajes agraviantes por las redes sociales dirigidos a nuestro Secretario General y a la Comisión Directiva Central intimándolos a que dejen de “robar” los dineros de los aportes sindicales de aquellos que con sus votos le hicieron ganar las elecciones para el mandato en curso.

En principio decimos que:

Ni el Secretario General “roba” los dineros de los afiliados de esa Delegación ni de ninguna otra, ni la Lista Blanca ganó las últimas elecciones para el mandato en curso exclusivamente por los votos de los afiliados de una determinada Delegación o Seccional.
También debemos aclarar que el Secretario General NO es el Administrador del Sindicato sino que lo es la Comisión Directiva Central que integra y que la cuantía de los aportes de los afiliados los determina la Asamblea General de Afiliados y los autoriza el Ministerio de Trabajo de la Nación.
Las funciones administrativas del Secretario General consisten, entre otras, en disponer, en conjunto con el Secretario Tesorero, el giro diario para el funcionamiento de la Entidad, llevar a la práctica las decisiones administrativas de la CDC o adoptar las medidas administrativas urgentes, ad referéndum del mencionado órgano de administración.

En consecuencia, si se acusa de robo al Secretario General se está responsabilizando del delito no solo a él sino también a todos los integrantes de la Comisión Directiva Central, ya que siendo el robo la apropiación ilegal de un bien ajeno utilizando violencia en las personas o fuerza en las cosas, entonces, si el Secretario General roba, los miembros de la Comisión Directiva Central deben necesariamente ser tontos, cómplices o tener miedo.
Por temor, conveniencia o estupidez ratificarían por acción o por omisión los actos delictuosos o los avalarían con sus silencios o sus ausencias deliberadas a las reuniones de Comisión Directiva.

Eso es respecto al supuesto “robo” que denuncia el mencionado afiliado.

En relación a las pasadas elecciones podemos decir que una significativa mayoría de los Conductores y Motoristas Navales de todo el país eligió a la actual Conducción Central para dirigir y administrar al Sindicato Conductores Navales sin que hayan sido determinantes para ello los votos de tal o cual seccional o Delegación en particular.

Por eso podemos decir que son falsas las dos afirmaciones que hace el mencionado afiliado cuyo nombre preferimos mantener prudentemente en reserva.
Continuando, y más allá del rechazo que como personas honorables nos causa ser agraviados injustamente de este modo, debemos serenarnos y ver en ésta una oportunidad para hacer algunas breves reflexiones sobre el sindicalismo, nuestra institución sindical, sus orígenes, sus principios, sus fines y su trayectoria.
Debemos hacerlo porque salta a la vista que algunos no lo tienen bien claro o no leyeron o no entendieron el Estatuto Social en todo o en parte, o tal vez estén escuchando algunos discursos que forman parte de una vieja campaña divisionista que ya conocemos.

Comenzando por el Sindicalismo Argentino podemos decir que tiene una historia de dura lucha por los derechos de los trabajadores y ha tenido buenos y malos dirigentes así como los ha tenido la política argentina.

Hay que recordarles a los que vivieron esos duros tiempos e informarles a quienes no los vivieron, que muchos dirigentes sindicales argentinos, entre ellos algunos pertenecientes al SICONARA, han tenido que sufrir persecuciones, proscripciones y destierros por enfrentarse a los intereses económicos que sostuvieron a los gobiernos de factos que se apoderaron, gran parte del siglo pasado, de la República por medio de las armas. En esos tiempos un descuido o traspiés podían significar la cárcel o la pérdida de la vida. Había que tener coraje para ser activista, dirigente sindical o ir al paro o la huelga.

Muchos están desaparecidos desde esas épocas. Son los mártires del movimiento obrero que siempre debemos recordar y honrar y cuyas luchas hicieron el derecho laboral argentino del que hoy podemos disfrutar.

Sobre el Sindicalismo como tal, es conocido el hecho de que ha tenido que enfrentar todo tipo de intento para desbaratarlo o de reducirlo a una mínima expresión. Para quitarle fuerza se lo ha intentado destruir, dividir o atomizar propiciando la creación de muchos sindicatos por actividad o por empresas.

Los métodos que más han redituado a esos fines han sido atacarlo en sus bases mismas fomentando el individualismo entre los trabajadores para evitar que sean solidarios entre sí; la difamación de los dirigentes, para que bases no crean en ellos ni en la organización sindical; los regionalismos extremos, para atomizar el movimiento obrero y debilitarlo.

Pero a pesar de todo eso la organización venció al tiempo y hoy podemos decir que nuestro modelo sindical, pese a sus defectos y falencias, es uno de los mejores y más fuertes del mundo.

La unión solidaria de los trabajadores bajo la forma de una asociación sindical con todas las de la ley garantiza a sus miembros una herramienta poderosa para la defensa de sus derechos colectivos, individuales y prurindividuales, no solo para la defensa de los salarios o de las condiciones de trabajo sino para la de sus derechos sociales, culturales y otros no menos importantes.

Ver nada más que el aspecto económico de la unión es tener una visión muy restringida de la problemática general del trabajador operario, como lo son todos los que tripulan buques mercantes o pesqueros.

No obstante, los buenos convenios colectivos y las buenas paritarias los obtienen los buenos y capaces dirigentes que saben conducir a sus representados y crear, a partir del compromiso y la confianza que obtienen de ellos, una fuerza gremial que administran y utilizan inteligente y eficazmente.

Un trabajador solo o un grupo de trabajadores sin cobertura gremial difícilmente puedan celebrar buenos acuerdos salariales, y mucho menos formalizarlos de tal modo que su cumplimiento no dependa del buen humor de su empleador.

Con la voluntad sola no alcanza y los trabajadores mal conducidos en un conflicto pueden llegar a perder no solo las conquistan que tenían o las mejoras que pretendían sino también hasta sus mismos puestos de trabajos.

Por eso, y por el carácter protectorio del que está impregnado el derecho laboral y laboral colectivo argentino, el derecho de huelga, que es una de las herramientas más poderosas con las que cuentan los trabajadores para defender sus derechos y lograr sus conquistas, es un derecho que no le ha sido otorgado al trabajador ni a un grupo de ellos sino a las asociaciones gremiales de trabajadores legalmente constituidas.

Este es un dato que no tienen en cuenta o que omiten mencionar los aventureros que fomentan el divisionismo en nuestro Sindicato, porque de lograr su objetivo y crear otra asociación regional lo harán sin lugar a dudas para servirse de ella ya que su insuficiente cantidad de miembros no le alcanzará para desplazar de la personería gremial al SICONARA, quien seguirá siendo el único titular de la representación colectiva , pudiendo además ejercer el derecho de huelga como modo de presión en una negociación colectiva una vez agotadas las instancias previstas en los procedimientos legales. Sin estos derechos ninguna asociación de trabajadores puede hacer valer su fuerza gremial frente a la patronal o ante las autoridades públicas, porque los trabajadores no teniendo una adecuada cobertura legal y estando aislados del resto pueden ser fácilmente despedidos y reemplazados.

Nuestro Sindicato goza de un alto prestigio ganado a través de los años ante las empresas, las autoridades públicas, los gremios hermanos y ante todo el ambiente gremial argentino. Lo ha logrado por la seriedad de sus planteos, por sus muchas y duras luchas, por su constante compromiso con el movimiento obrero organizado, mediante la probidad de sus dirigentes y por sobre todo por la disciplina gremial de sus afiliados.

Internamente nuestra institución se ha caracterizado por ser participativa y democrática y principalmente por fomentar la unión de los Conductores y Motoristas Navales, pues no debe soslayarse el hecho de que el Sindicato Conductores Navales de la República Argentina es producto de la fusión en el año 1.959 de dos sindicatos que agrupaba en ese entonces a los conductores a vapor por un lado y por el otro a los conductores de motores de combustión interna.
Los fundadores del SICONARA no dividieron, sumaron.

Eso no quiere decir que no haya existido y que no exista el disenso. Lo hay, como en todo grupo de personas interesadas en un fin que discuten acerca del mejor modo de conseguirlo. Por eso el acto de criticar y cuestionar, cuando tiene la finalidad sincera de perfeccionar las cosas para cumplir mejor con el objeto, es el modo normal y democrático de actuar en las sociedades de cualquier tipo. Sin embargo pierde legitimidad cuando se lo hace de manera inapropiada, calumniando a las personas o encubriendo otras intenciones.

Más aún la pierde y por completo cuando, bajo la apariencia de buscar el bien común, encubre los verdaderos motivos que se persiguen, como los son el beneficio exclusivamente personal, con fines meramente electoralistas o para fomentar la disociación o división de la institución.
En nuestro presente caso, tratándose la calumnia de acusar falsamente a personas de un delito penal de acción pública, como lo es el robo, quien o quienes la formulen son pasibles de sanción penal.

También el Estatuto prevé para ese hipotético caso sanciones disciplinarias que pueden llegar hasta la expulsión de quien o quienes la profieran.
En cambio, no es calumnia la denuncia penal realizada con fundadas sospechas y en el ámbito correspondiente, pues se trata buscar justicia y castigo teniendo el cuidado de preservar el buen nombre y honor de los denunciados hasta que la justicia se expida en definitiva.

Por eso si alguien sospecha fundadamente que se está cometiendo algún delito contra el Sindicato debe hacer la correspondiente denuncia en la justicia, porque cuando se desprestigia o desacredita a una o varias personas inocentes en corrillos, camarillas o grupos, sí es calumnia, aunque se pretenda que la difamación no es “pública”, y lo es porque se trata de causar un daño al honor de las personas sin que estas puedan defenderse y tratando de evitar responsabilizarse por ello.
En el Sindicalismo el daño que causa un mal dirigente con su accionar es casi igual al que causa un afiliado difamando injustamente a un dirigente.

Estas acciones trascienden a las personas y afecta directamente a la Organización Sindical haciendo que los demás afiliados descrean del sindicalismo o de sus representantes sindicales.

Para evitar esto, que en definitiva termina debilitando al Sindicato y a sus afiliados ante las Empresas, cuando se cuestiona la conducta del dirigente o la administración del Sindicato debe hacerse de manera prudente, con el debido respeto a las personas y conforme a los procedimientos que las leyes y el Estatuto social disponen.

En nuestro caso creemos que la buena conducta del Secretario General a través de su extensa trayectoria gremial no estuvo nunca en duda ni tampoco lo está ahora. Tampoco está en tela de juicio la buena administración del Sindicato, por esos la mayoría de los afiliados del SICONARA nos han venido renovando la confianza en los sucesivos mandatos en los que tuvimos y tenemos las responsabilidad de conducir los destinos de nuestra Organización.
Pero, si alguno no está de acuerdo con el comportamiento de los dirigentes o con la administración del Sindicato, tiene todas las herramientas y garantías legales y estatutarias para hacer oír sus reclamos y solicitar las explicaciones que crea correspondientes incluso ante una asamblea general de afiliados, quienes son los que en definitiva decidirán.

La comisión Directiva del Sindicato Conductores Navales de la República Argentina que integramos no se queda con el dinero de los aportes de los afiliados, los administra para solventar los gastos de funcionamiento de la organización en todo el país donde ninguna Delegación o Seccional es más importante que la otra.
La solidaridad es el principio que nos guía en la distribución de los ingresos porque el SICONARA es un sindicato de personería gremial única y no tiene compartimientos estancos.

Todos los afiliados somos iguales y aportamos según nuestros salarios y los salarios de los trabajadores son productos de las paritarias y de los convenios que celebra el Sindicato utilizando su fuerza material y moral con el consentimiento y participación de los afiliados.

Para nuestro Sindicato ninguna actividad es más importante que otra ni ningún puerto es más importante que otro.

Como marinos que son, los Conductores, Conductoras y Motoristas Navales hoy trabajan en buque y mañana quizás en otro. A lo largo de su vida profesional lo hacen a veces en el río, a veces en el mar. En la medida de las posibilidades económicas se va ampliando el patrimonio social inmueble para mayor comodidad de los afiliados.
Sin embargo habida cuenta del cuestionamiento que hacen algunos sobre el particular hay que aclarar que los lugares de esparcimiento que existen en la Central y la Seccional San Fernando no han sido adquiridos con aportes sindicales sino con aportes extraordinarios hecho voluntariamente por los compañeros empadronados en las mismas.

Por último, y hechas estas necesarias aclaraciones esperamos que traigan claridad a las cuestiones planteadas por los bien intencionados y sirvan para contrarrestar las mentiras de los malintencionados. Si algún afiliado tiene reparos sobre el modo en que se administra el Sindicato puede plantear su propuesta a la Comisión Directiva Central que siempre ha estado abierta a la inquietud de los socios, y si no se le da respuesta o la que se la da no le satisface puede presentarse como opción electoral o acompañar o apoyar en las próximas elecciones a quienes mejor representen sus ideas.

COMISIÓN DIRECTIVA CENTRAL
CONSEJO FEDERAL

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